lunes, 30 de noviembre de 2009

Apología hermética del léxico

Sólo unos días más. Una técnica envolvente de parejas fútiles que acrecientan el coordinante inverso del sentido. Lo absurdo de lo racional es su propia impronta y entidad. Nos basamos en conceptos que alienan y alinean al hombre sin ser más allá de toda duda no razonable, más que léxico, semántica, sintaxis y fonética (la lexicografía interna del archisemema que se diluye en fonología queda condenada al ostracismo de lo ausente por condición). Studium discendi.

Dicho de otro modo y sin que sirva de precedente: el caos que aparentemente exhorta el ente humano se filtra en su parco vocabulario.

Según algunos afamados estudios, la mayoría de los “perpetrantes” se sirven sólo de unas 300 palabrejas repetitivas y reiterativas que por más, sólo atienden a conceptos básicos y vagos. Los pseudointelectuales llegan posiblemente a 3000 ó 4000, mientras que las minuciosas minorías de elitistas cultos llegan a las 5000... algunos incluso más. Inútiles. Soberbios. Vanidosos. Héroes. El “DRAE” define y registra más de 250.000. La matemática del poder: usamos menos palabras que parte de nuestro cerebro.

Concebidos para atender lo superfluo, ambiguos, dislocados y desconcertados por la ignominia acuciante, se aglutinan en muchedumbre los execrables sentidos de lo humano: un claro caso de “ignorancia cultiniana”. Las hordas que se desplazan sin origen ni destino atravesando los tímpanos indefensos de quienes con más voluntad que tesón, luchan por mantenerse (desanalfabetizar lo analfabeto es ya tarea imposible) firmes en sus vocablos ininteligibles. Es la moda, no, es fashion total. Descerebrar al descerebrado aún más, hasta que sólo el consumo y la chabacanería ocupen el limitado espacio de sus párvulas meninges.
El acervo de un ente que no existe es el equivalente vectorial inversamente proporcional al tesoro lingüístico que se destila.
Esto es mejor que hacer Sudokus


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