miércoles, 25 de agosto de 2010

Sin alma

Una vez sentí que el alma me dejaba a solas con mi destino, y de ese abandono nació la persona que hoy soy. Una vez el amor me causó tanto dolor que tuve que decidir entre dejar vivir a mi cuerpo o a mi ser completo, y decidí que mi cuerpo sobreviera. Ahora sé que quizá fui cruel con mi alma, con quien fui, porque la maté, me deshice de ella y la arroje a las tinieblas sin esperanza de rescate ni vuelta, sin Perséfone en camino, sola en la prunfundidad del entendimiento y la locura.
Allí ha yacido mi alma durante años, agazapada como un animal moribundo que espera una mano amiga o un final definitivo que acabe con su tortura.
En ese oscuro lugar donde dejé mi alma, habitan demonios inefáblemente crueles, en el inferno dantesco de una mente atrapada en la realidad. Porque todos mis demonios, los que siempren me acompañaban, se fueron con ella y la atraparon en sombras vehementes que vituperan sus recuerdos y amenzan su integridad mientras yo vivo esta vida prestada que le robé a la muerte.
Fue un intercambio justo: estoy aquí, por quienes me necesitan y quieren, por quienes me llamaron para que no abandonase, por eso sólo su felicidad me importa y, por eso, no soy quien fui. Quien soy ahora es consciente de un dolor tan profundo que a penas puede respirar cuando ligeramente aflora al recuerdo; es consciente de un desgarro sangriento, sin tregua, que corre por mis venas y penetra en mi corazón con cada latido, para ser llevado a cda célula de mi cuerpo, me recorre cada minuto unas 70 u 80 veces y vuelve una y otra vez, incesante. Ese es mi castigo. Sísifo dichoso. Yo, sentada en este lugar que no conozco, que me es prestado cada día para compartir miserias ajenas y propias, para articular la monótona cadencia del sistema, del círculo. Y ella, mi alma, aplastada cada segundo, cada minúscula partícula de sentido común, cada instante que recorre el universo, sin saber ya distinguir la verdad de la mentira, la fe de la traición, lo bello de lo grotesco, donde yace, donde muere cada día para renacer en mi recuerdo. La mantengo con vida en mi recuerdo y esa es mi tortura y la suya: recordarla es revivirla, darle un pequeño hueco de mi corazón y mi mente para traerme aquel dolor insorpotable, inhumano; ella sabe qeu la recuerdo y me pide a gritos que la olvide y la deje marchar de una vez acabando así con nuestro castigo voraz. Pero no puedo... no puedo dejar de pensar que está allí, oigo sus gritos desgarrados, su voz es tan nítida como las palabras que la acompañan siempre. La oigo palpitar, la siento cercana cuando sólo hay susurros en mi mente. Mi consciencia la reclama. Un ente con vida entre demonios decrépitos y criaturas deformes.
Siento miedo y no hay una sola palabra que pueda acogerme en su regazo para que mi cabeza descanse un instante, aquella hermosa palabra cuyo recuerdo revive mi alma... PAZ.

Quien crea que no se puede morir de amor se equivoca. Y no sólo se puede morir de amor, sino seguir viviendo sin él para siempre. La mayor crueldad.

A veces quiero traerla de vuelta, pero hace ya ocho años que no la veo y me asusta saber que tanto sufrimiento pueda caber en un alma tantos años, y quizá crecer.

Y tú... tú que lo causaste... ¿qué hiciste, qué haces para aliviar la aguda tristeza de este cuerpo sin alma ni aliento? No es, y tú mejor que nadie lo sabes, una metáfora: tú estabas ahí, casi la viste salir de mí. ¿Qué deuda te queda con ella? ¿Qué le debes y qué le das? ¿La has sabido rescatar, Perséfone?

Tú... Ya la has olvidado.


...

martes, 17 de agosto de 2010

Para ti, mujer

Para ti mujer
porque en tu piel he aprendido
a amar, a ser mujer, a vivir en ti
a ver lo maravilloso de tu ser

Para ti mujer
porque en tus ojos he visto
mi presente y mi futuro,
a la niña que soy y a la que quiero ser

Para ti mujer
en todo cuanto haces te admiro
porque me das de ti cuanto eres
sin pedir más que esa caricia furtiva
sólo tú y yo conocemos

Porque tu amor me hace sonreir
me hace vibrar y soñar cuando en tus brazos
no soy más que quien tú me haces ser

Para ti mujer
porque recorrerte y amarte es la voda
que bebo en cada gota, cada latido de vida

Déjame ser yo, mujer en ti, mujer
y ser las dos, un único latido
fundido en dos corazones que se abrazan

Para ti, mujer, tú, mi amada.