martes, 15 de diciembre de 2009

Pasatiempos fachas y pijos. Jodiendo al personal

No quisiera mancillar este santuario -que es mío- con impúdicas tramas y confabulaciones necias. Sin embargo, voy por una vez, y consciente de que probablemente sirva de precedente, a alzar mi voz y lanzar mis encolerizadas palabras al ardor del blomentario.
Cito: “El mobbing consiste en “una situación en que una persona o grupo de personas ejercen una violencia psicológica externa, de forma sistemática, durante un tiempo prolongado, sobre otra persona en el lugar de trabajo”.
Hostigar al trabajador moralmente, éticamente. En mi trabajo se dan las siguientes situaciones a diario:
1. xenofobia, tenemos trabajadores que no son de nacionalidad española, y tenemos trabajadores que están casados con extranjeros
2. homofobia, tenemos trabajadores dentro del armario por miedo a las consecuencias conociendo de antemano las personas que lo rodean
3. presión psicológica y “chantaje” para lograr que el personal se quede trabajando, tanto si tiene todo al día, como si no, porque al Jefe no le gusta “que la gente se marche a su hora”.
4. presión psicológica a la hora de tomarse un día o una mañana par acudir a una cita con el médico, por ejemplo, mejor no ir al médico.
5. presión psicológica si estás enfermo, tienes que venir y sudar como un cerdo, estar verde o amarillo para que te digan que te puedes marchar (sabes que al irte, te tacharán de debilucho y cuentista, aunque tengas 40 de fiebre o se te estén abriendo las entrañas)
6. si te vas de vacaciones, estás cometiendo un pecado que se te echará en cara mil veces, está mal visto y te lo dejarán bien claro.
7. intolerancia: si no opinas como ellos, cállate y agacha la cabeza, tú eres del Madrid o del Barça, pero de política no sabes ni quieres.
8. falta total y absoluta de empatía: si tu situación personal es delicada por algún motivo, jamás puedes perder la sonrisa, aquí no se puede estar serio aunque se muera tu ser más querido
9. En cuanto salgas de la habitación en la que estés, una o más personas estarán siempre dispuestas a cotillear, insultar o ponerte verde por cualquier comportamiento, actitud o comentario, por tu ropa, por como haces lo que haces o no lo haces, porque estornudas, porque tienes perro o porque comes a las 2, da igual el motivo.
10. Tu sueldo es más que suficiente, y no se te ocurra ponerlo en duda porque te mirarán mal, y eso sólo tiene un camino: la puerta.
11. No importa tu rendimiento, sino seguir el juego: criticar, hablar mal de los compañeros, contarle todo todo todo al jefe, no tener vida privada sino sólo “empresarial”, quedarse (qune sea leyendo el Marca) después del horario de trabajo...
12. ¿Horas extras pagadas? Estamos en el siglo.... ¿¿¿¿XXI?????
13. Esperarán a 10 minutos antes de la hora de salida para pedirte mil informes y tareas y obligarte a quedarte

Lo dejo en 13, aunque podría continuar... pero creo que ya hay suficiente, ¿no?
A esto le pueden llamar mobbing, que es una palabra inglesa y “está de moda” decir barbarismo, pero en mi pueblo de toda la vida, esto se ha llamado Joder al personal y tener mala leche, dicho de otro modo, ser una persona mísera, ruin y pobre, pero no de cartera, sino de espíritu, cosa que notablemente demuestran no tener.
¿Cómo puede un ser humano que maltrata así a las personas que ve a diario en el trabajo, considerarse cristiano católico y pretender imponer este mal llevado cristianismo a los demás? Ni conocen la historia ni les interesa más que lo que cuentan esos señores que con sotanas esconden los mayores pecados de la misma. No quiero andar con gentuza de esta calaña porque el contagio es más que un riesgo una muerte, un insulto a la inteligencia, a los valores ético, cívicos y morales que nos deberían realmente regir.
A mí, que me sorprende y asombra aún la falta de gentiliza, de empatía, de amabilidad, me deja todo esto en una extraña posición de enrabietamiento continuo. Fachas, faltos de moral, imponiendo sus criterios porque tienen dinero, porque tienen poder. Si el poder y el dinero hacen a un ser humano deshumanizarse, me quedo mileurista y enrabietada, pero humana.

Intolerancia y maltrato son la misma cosa, aunque algunos sólo vean como argumento “como dios manda” “lo normal”.

Fachas, pijos, descerebrados, ineptos, inútiles, cenutrios, necios, marquesitas de centro, empresarios de mierda, hijos de papá, desconsiderados, intolerantes, hipócritas que vivís del alimento de lo ajeno, explotadores e inhumanos varios... qué solos estáis.
La total falta de heurística de este grupo sólo es superado por su falta de empatía.

NOTA: ¿alguien quiere trabajar en mi empresilla?


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lunes, 30 de noviembre de 2009

Apología hermética del léxico

Sólo unos días más. Una técnica envolvente de parejas fútiles que acrecientan el coordinante inverso del sentido. Lo absurdo de lo racional es su propia impronta y entidad. Nos basamos en conceptos que alienan y alinean al hombre sin ser más allá de toda duda no razonable, más que léxico, semántica, sintaxis y fonética (la lexicografía interna del archisemema que se diluye en fonología queda condenada al ostracismo de lo ausente por condición). Studium discendi.

Dicho de otro modo y sin que sirva de precedente: el caos que aparentemente exhorta el ente humano se filtra en su parco vocabulario.

Según algunos afamados estudios, la mayoría de los “perpetrantes” se sirven sólo de unas 300 palabrejas repetitivas y reiterativas que por más, sólo atienden a conceptos básicos y vagos. Los pseudointelectuales llegan posiblemente a 3000 ó 4000, mientras que las minuciosas minorías de elitistas cultos llegan a las 5000... algunos incluso más. Inútiles. Soberbios. Vanidosos. Héroes. El “DRAE” define y registra más de 250.000. La matemática del poder: usamos menos palabras que parte de nuestro cerebro.

Concebidos para atender lo superfluo, ambiguos, dislocados y desconcertados por la ignominia acuciante, se aglutinan en muchedumbre los execrables sentidos de lo humano: un claro caso de “ignorancia cultiniana”. Las hordas que se desplazan sin origen ni destino atravesando los tímpanos indefensos de quienes con más voluntad que tesón, luchan por mantenerse (desanalfabetizar lo analfabeto es ya tarea imposible) firmes en sus vocablos ininteligibles. Es la moda, no, es fashion total. Descerebrar al descerebrado aún más, hasta que sólo el consumo y la chabacanería ocupen el limitado espacio de sus párvulas meninges.
El acervo de un ente que no existe es el equivalente vectorial inversamente proporcional al tesoro lingüístico que se destila.
Esto es mejor que hacer Sudokus


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miércoles, 18 de noviembre de 2009

Orfandad

Es sólo un segundo, y después se desvanece como el humo, dejando una huella profunda en nuestro interior. Se contraen las amígdalas del poder y desear y tener hasta que el paso es tan estrecho que ningún otro sonido pervive.
Pupilas fijas.
Un inusual sentimiento de aberración inefable. Una sensación casi abusiva de náusea. El mundo gira y no soy el epicentro del terremoto que se avecina, sólo soy una pequeña brizna de paja que vuela sobre el horizonte y se aleja y acerca tan rápido que la náusea no la alcaza. ¿A dónde ha ido la razón? ¿Dónde está este momento? ¿Qué es? ¿Qué pasa?
Quiero de un modo animal defender el minuto anterior, ese en el que aún estabas, ese en el que aún respirabas, en el que decías mi nombre y sonreías con esa mirada tuya tierna que soy incapaz de borrar de mi cabeza. Quiero retener el tiempo en ese momento, ese minuto en que te dije adiós y tú me sonreíste, una sonrisa para siempre. Quiero aferrarme a ese minuto como una fiera a su presa, visceral, ilógico, sin tregua ni descanso. Quiero que estés, quiero que estés, ¡¡¡QUIERO QUE ESTÉS!!!

Enajenación.

Se rompe la hebra. Pasa ese minuto y el cordón umbilical que nos unía se disipa entre congojas, llantos, lágrimas, gritos y dolor. Cuánto dolor puede soportar el ser humano. Cuanto dolor. Y tú, ahí, en el suelo, ya no estás... sólo escribirlo duele tanto que las palabras tardan siglos en ser escritas... cada tecla una eternidad, cada letra un abismo. No estás. ¿Cómo podré soportarlo?

Cuando todo se vacía yo grito tu nombre y el eco retumba en mi interior derrumbando a su paso cada pequeña partícula de mi vida. Arrasando tu nombre en mi ser crepita bajo mi piel y me congela las entrañas.

¿Cómo voy a seguir siendo yo después de ti? ¿Cómo ser quien soy si no estás? ¿Quién seré ahora? Y los que vengan detrás, ¿quiénes serán sin ti? Aquellos a los que no conoces, no son nada tuyo, ni tú nada de ellos, ¿quiénes son?

Esta soledad que me dejas, no se negocia, no se olvida, no se borra, no se diluye en el olvido, nada puede con ella. El tiempo cura el dolor, pero no la soledad, no el abismo. Miro tu futuro en otros ojos y te veo sonreír, como aquel minuto que no pude detener, y sé que te fuiste, pero te has quedado.
Vives en mí.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Maldita bruja...

La amistad, ese gran tesoro que perdemos con tanta facilidad como se deja atrás el recuerdo de un buen momento. A mis amigos en la distancia los recuerdo, los añoro, a veces hasta me duele este pequeño agujerito que me sale aquí dentro por donde supuran vivencias que jamás olvidaré. Ellos quizá ya no lo sepan, pero son y serán siempre parte de mi vida, de mi “YO” más desconocido, de mi cuadrante emotivo-personal.
A veces, mi cerebro me recuerda cómo era compartir con ellos una puesta en escena común: risas, llantos, alegrías y tristezas, comidas (mmm las comidas), bebidas, y charlas... CHARLAS, discusiones y disquisiciones en las que mundos alejados y visiones periféricas y substanciales se conexionaban de una forma totalmente azarosa hasta convertirse en una amalgama de perspectivismo y relativismo congénito y tenaz. Esas charlas, diálogos para la posteridad, jamás se puede aprender más que escuchando y contrastando juicios y cosmogonías. Una palabra bastaba, no necesitábamos más que eso, ni una película, ni una frase, ni un libro; una única palabra bastaba para crear una intensa disputa de puntos de vista, de bagajes que se entrelazan y chocan y bailan al son de una sinfonía polifónica y colorista. Todo, TODO tenía cupo en ellas, magníficas charlas de tarde, de mañana, de madrugada...
Y sobre todo, las sonrisas... las miradas, cada detalle, cada instante, para siempre en MÍ.

Ahora sí maldita bruja...

viernes, 30 de octubre de 2009

Fearless I walk
Nameless in the lightness of a shadow
Call my anger in doubt of my rage
Just to beat me once for faith.

I stay
I stand
I believe in humiliation and rawness
In braveness and glory
I believe
I live in
I am shaken and forgot to close my soul

Falling apart I stand in billion of atoms in pieces I stand
I am
I will be
I was.


Camino sin temor
Sin nombre en la levedad de las sombras
Llamad a mi ira en la duda de mi furia
Tan sólo para golpearme una vez por mi fe.

Me quedo
Permanezco
Creo en la humillación y en la frialdad
En la valentía y la gloria
Creo
Vivo en ellas
Soy arrasada y olvido cerrar mi alma

A trozos me deshago en millones de átomos
En trozos en los que permanezco
Soy
Seré
Fui

Being Myself

I was Ulysses in my Ithaca of Solitude
I played with the Death and raised from the Alive
Only for love
Only for peace

Cuentigrafía

No tenía a penas más de 10 años y ya había aprendido la más importante lección de toda mi vida: no ser yo misma más que con quien mereciese tal privilegio. Difícil situación.
En el patio del colegio todavía había un vívido color de inocencia y se respiraban aires de nobleza y brutal sinceridad infantil hasta niveles sólo posibles a comienzos de los ochenta; la más que traída y llevada transición (con minúscula para mí). Mi Transición personal me traía a mí más de cabeza que cualquier argucia política en aquel momento de mi historia. Recuerdo hasta lo imposible los olores a recreo, el griterío y algarabía inconmensurables de mis compañeros y la profe de gimnasia: esa profe que acababa de salir de la facultad y rezumaba ganas y energías, esa profe que miraba al futuro desde el prisma socialista de Felipe y creía en una España desfranquizada, desfachizada, desespañolizada. Mi profe de gimnasia.
A las 12:20 del medio día y después del recreo todos mis compañeros parecían haber culminado con éxito el calentamiento previo al ejercicio: todos en fila, calladitos al ser llamados por la profe con disciplina casi militar-cariñosa (si ambos términos se pueden guionizar). Y allí estaba yo, de pie con mis amiguitas esperando las órdenes y dispuesta a demostrar que mis aptitudes físicas estaban en pleno rendimiento. Entonces el silbato y todos y a correr alrededor del campo de futbito; todos pataleando y haciendo el ganso sin maldad ni pecado más que el de ser preadolescentes de la época: niños educados según el régimen, calladitos, obedientes y trabajadores. Una vuelta más, tres estiramientos y vamos con lo interesante: el partido de fútbol. La mayoría de las niñas, por no decir todas menos la otra y yo, se colocaban estratégicamente en una esquina del campo para que los niños las dejasen sin jugar al hacer lo equipos y así dedicarse a las risas y las bromas. A mí siempre me elegían para jugar, y no de portera.
La profe tocaba el silbato y el partido comenzaba. Aquel día iba a ser diferente. Aquel día había mirones escapados de un curso superior, repetidores posiblemente de octavo. Yo no los vi hasta que la pelota corrió predestinada y trágicamente hacia ellos. Uno se levantó, la lanzó con fuerza hacia mí y grito “machota, ¿te vas a casar con un niño o con una niña?” La pelota me golpeó con una fuerza casi inhumana en el corazón y me desgarró la inocencia y las entrañas hasta fracturar mi “EGO” (que hasta entonces no sabía que tenía). Lección bien aprendida. Me llevó noches, días, semanas, meses y años entender aquello que aún hoy no comprendo, aunque lo conozca tan bien como mi propio rostro en el espejo.
Aquella profe de gimnasia pasó, y el patio del colegio, y todos mis compañeros que fueron substituidos por amigos, por verdaderos caminantes de un largo recorrido hasta la madurez y la injusticia. Quedaron atrás miles de palabras, de sueños, de divagaciones, de esperanzas, de principios y finales.
Tan sólo una cosa quedó: una pelota que golpea mi cabeza cada vez que me despierto y abro los ojos en este, nuestro mundo.

Show must go on

Ya lo dijo aquél filósofo con mucho acierto: el tigre no se destigra, pero el humano sí se deshumaniza. Sentada en esta mesa donde cumplo mi condena, soy actriz en un teatro cuya idiosincrasia poco atractiva no revelaría grandes hazañas “sofoclianas”, soy el eslabón que da sentido y pegamento a esta pantomima cotidiana a la que llamamos sociedad, relaciones humanas, trabajo, o simplemente, vida. No en vano, de todas las virtudes de la tragedia griega, la muerte es la única que aún no se cumple en este desmesurado engaño: bueno, me retracto, sí se cumple... hay tantas muertes que contabilizar aquí que fácilmente (¿¡!?) pasan por alto a simple vista. Porque aquí mueren las más nobles e insignes virtudes humanas: la empatía (qué gran olvidada), el amor, la camaradería, la amistad, la lealtad, la sinceridad, la tolerancia, la comprensión, la confianza... y todo aquello, en fin, que en el hombre es considerado bueno y loable; por todo ello, ser actriz en mi escenario no puede ser cuantificado en dinero, gabelas, elogios, reconocimientos, ni mucho menos, inefable, en palabras.
Aquí donde reinan las palabras no dichas y las desconfianzas, militan las más altas esferas del ostracismo y la intolerancia: la intransigencia, la ceguera y sobre todo, la falta total y absoluta de sensibilidad, de empatía y de conocimiento alguno del Otro. Ese gran desconocido que en realidad nos habita.
¿Qué pasaría si hoy, X, dejara de ser X? ¿Y si de repente X se convirtiese en quien realmente es (sería terrorífico pensar que X, siguiese siendo X aún después de mostrarse)? ¿Si saliera de ese armario de analfabetismo e insolidaridad? Ellos viven su pantomima más que ajenos confiados en todo lo que no es, viven esa realidad siendo intrusos de sus propios miedos y temores y en su desatino y ceguera, te creen y catalogan de igual cuando ni tan si quiera podrían definir su “igual”.
Por otro lado, ¿me definen mis ideales, mis creencias, la persona de la que me enamoro o con quién o quienes me acuesto? ¿o más bien me define mi personalidad, mi carácter y mi forma de hacer las cosas? A lo mejor, soy un conglomerado de ambas cosas, el subproducto de una sociedad alienada en miles de “Medardos” buscando una felicidad enlatada para llevar.
A lo mejor hoy me canso de ser actriz, ¿qué es lo peor que puede pasar?

miércoles, 28 de octubre de 2009

LA Rueda

Sentido y perversión. Adversarios que corrompen el lógico y abyecto sendero del saber y la vida. Una pequeña mota de nada que cae en el vacío de la luz fijada a su propia esencia por un hilo de desatino y la rueda gira sin más una vez y otra hasta la locura. Las aladas formas de Pegaso aleteando en mi ventana mientras oigo lejanas las voces de un silencio tan oscuro y profundo como el día, tan real y visionario como la vigilia. Es un fatuo momento que perdura débil en la ágil penumbra del olvido.
(Acabo de percatarme de que este maldito “word” no reconoce la palabra “abyecto”... sin comentarios)
Dos líneas más en las que perder paralelos y meridianos donde la memoria y el perdón describen perfectas parábolas que hacen el amor hasta el infinito; aquí los vientos del Norte arrastran al nigromante y sus maleficios por largos corredores repletos de vicios y sus seguidores corean su nombre a su paso, lo besan, lo miman, sacuden sus espaldas sangrantes mientras caen como piedras y suben como hombres condenados a su destino... Sísifo dichoso. Sísifo sonríe. Sísifo luchando contra el destino que lo hace ser quien es. Sísifo luchando con Sísifo.
Desde alguna cumbre cercana Perséfone lo mira y sus ojos perpetran la muerte del dios. La Pléyade lo cerca. Un átomo perdido en la escasez de la materia gris. Un día más. Otro recuerdo para el olvido.
Cerrar los ojos en los aterradores brazos de Tiqué, la despiadada diosa, la vehemente soberana, la reina cuyos dominios traspasan lo humano. Tiqué, rueda flotante. Gira. Gira. Gira. Gira. Gira.

jueves, 22 de octubre de 2009

¿Elitismo visceral y férreo? No pecuniario

Vale, ya voy entendiendo. Esto de los blomentarios resulta totalmente absurdo (neo-existencial...) sobre todo si entramos en la siguiente tesitura: no se entiende (eso me han dicho algunos según lo que han leído y discernido por algún comentario adjunto – éste es pequeñito, cierro) La verdad es que sinceramente, ni si quiera podría decir que me importa un bledo si se entiende y lo repetiría mil veces si fuese necesario: lo que más me molesta son los que creen entender y se las dan de listos (recordemos aquel primer blomentario en el que yo adelantaba lo que serían los pseudointelectuales y pseudointelectuales de mierda, la categoría la dejo para otro día). La verdad es que da igual si se me entiende o no, entre otras cosas, porque esto es una chorrada sin más utilidad que la de mi propio regocijo mental (en otros foros conocido como “paja mental”) y por lo tanto, a quién demonios le tiene que importar si se entiende o no. Vamos, dicho de otro modo, SI USTED SE CONSIDERA “INTELECTUAL” PERO NO ENTIENDE, NO SE APURE, HOMBRE, O MUJER, QUE NO ESTÁ USTED LEYENDO UN TRATADO DE FILOSOFÍA... qué pereza pensar que alguno se coma la cabeza tratando de ser más listo, más agudo, más inteligente... Sean quienes son, sin más complejos.
Estoy harta de escuchar opiniones “válidas” sobre todas las cosas... ¿Por qué nadie le discute a un médico un diagnóstico –a no ser otro médico-, pero todo el mundo puede dar una opinión fehaciente y lícita sobre Arte, Literatura, Política, Psicología, Sociología y un largo etc? A ver, que opinión tenemos todos, ESPERO, pero opinión válida, pocos, muyyyy pocos. Yo personalmente me excluyo.
Así que por favor, comenten, pero comenten sin tapujos, sin tonterías psicopseudointelctualoides de salón... Hagan cualquier barbaridad, pero no me aburran...

martes, 20 de octubre de 2009

Un bosón familiar en le piso de al lado

Higgs y su bosón. Dios y su partícula: coyunturas adversas que cometen el prodigio o la atrocidad de envolver la psique en la cordura o locura de forma vanamente aleatoria, caprichosa. Alguien se cae en una cazuela y ya no se puede entrar por detrás, repetido hasta el infinito sin que ninguna suerte de raciocinio pueda perturbar semejante sentencia. Yo me rindo.
El blomentario de hoy (mi querido paréntesis... he decidido dar el nombre de “blomentario” a estos pequeños vestigios de mi acervo filológico o verborrea con el que alivio mi mente y espíritu, posiblemente torturando a quienes me lean. Al principio pensé en llamarlos blogmentarios, pero el español se atraganta con las implosivas habituales, más en mi querida Tierra, así que con esta implosiva gutural ni lo intento) está más que merecidamente dedicado a una mujer que ha tomado sin quererlo la partícula de dios para desmenuzarla día a día sin criterio. Para ella el universo se reduce a una cazuela que es más pequeña cada semana e inversamente proporcional al abismo que se abre dentro de ella. Es víctima y verdugo. Ella repite y hasta canta una y otra vez la misma frase como quien entona el canto primero o último de la Odisea, su héroe también se ha caído, quizá también desee ir a casa, pero está claro que no hay camino atrás.
Y mientras, fuera de la perturbada criatura a quien acecha la Señora, la locura se expanda y corroe lo que toca: las paredes, los muebles, las luces, el sol... hasta los pocos seres vivios que la rodean se rinden ante su paso. La partícula divina se transforma en diabólico instrumento de tortura disfrazado de amor y lazos que empala a quien con ella convive día tras día: sabe de su aislamientos, de su soledad, de su querer y no poder, de sus errores inefables, se le niegan futuro y presente sin que el pasado haya ofrecido aún anda por lo que mantener la lucha. Pero sigue ahí. La mira, la mantiene unida al mundo real por un filo hilo que no deshace ningún invento de ciencia, un hilo con el que se nace y se muere, un hilo que nunca se corta mientras hay vida y más allá.
Todos perdemos tarde o temprano. Todos somos locos o conversos, todos. Los de este lado miramos con angustia el dolor ajeno y nos embutimos en los acogedores brazos de la desidia. Algunos no paramos de pensar en qué hacer, qué decir, qué más.
Cuando estar no es todo, la partícula, el bosón, son sólo anécdotas ínfimas de míseras vidas.
Te quiero, guapa, y sigo aquí, contemplando y vigilando tu mirada.

viernes, 16 de octubre de 2009

Un paréntesis... o dos

(A estos encantadores, curvilíneos y sinuosos amigos de la escritura, de la nota, de la aclaración, dedico este párrafo. Ya Juan José Millás en su día supo abiertamente admitir que a veces nos perdemos en su interior: coqueteamos demasiado con ellos o los olvidamos, somos más francos y sinceros o irónicos y sutiles en su abrazo; fingimos no saber o saber demasiado, los necesitamos y los odiamos, los agradecemos y los sorteamos. Yo imagino su interior como un pequeño microcosmos... una galaxia que extiende sus sistemas solares y planetas en el interior desplegado de un universo mayor que lo recoge y da sentido a la vez que entiende que sin aquél no estaría completo. Así lo habitan los mismos seres que lo rodean: letras, signos de puntuación, y el más allá, el cielo – la semántica, la sintaxis, la fonética... El mundo de las ideas que se auto-explican y rev/belan, los continuos que se abrazan y se odian, y todo cabe en el corpúsculo que abarca un instante sumergido en lo prescindible e “intrascendente”
¿Se puede hacer un punto y aparte dentro de un paréntesis? No lo he visto nunca: no tengo referente, y si lo tengo, ha sido una visión tan atroz que la he olvidado.
Esta galaxia se me antoja sima cuyo final parece siempre estar a punto de verse. Aún me maravilla que la distancia entre uno y otro lado sea algo tan tangible que se pueda ver de un simple vistazo rápido, lo cual resulta de gran utilidad si queremos pasarlo, obviarlo y descartar lo superfluo.
Debemos además pensar que no sólo las letras y los pensamientos se pueden poner entre paréntesis: no, no, la grandiosidad de su forma permite además poner en paréntesis a personas, sentimientos, animales, proyectos, trabajos, ambiciones, sueños, ideas, planes... incluso a naciones, a historias, a culturas... Todo cabe. Todo es elemento meritorio de los invisibles lazos de su abrazo.
Ya lo veo claro, no es una galaxia ni una sima. Es un agujero negro que todo lo absorbe y asimila, embelesa la mirada y la alborota. Este agujero negro que no sabemos a dónde nos lleva se acaba y nos deja salir a la realidad hasta la próxima parada.
De otro lado, el infierno. Ese mal genérico que nos hace olvidar a su paso y tener que volver al pasado, lo leído, lo vivido, para retomar el sentido lógico de lo que se intenta aprehender. Repetir, ¿cuántas veces nos ha pasado?
Sin embargo hay una realidad más espantosa y apocalíptica: ¿y si es el mismo Creador quien olvida por dónde iba...?)

jueves, 15 de octubre de 2009

Intermedio

Entro en la sala y todo está repleto de gente que se examina mutuamente. No estoy en casa, ni en una fiesta, ni aún en el trabajo. Estoy en ese foro de la democracia fallida que llamamos “Congreso”. Y todos se miran entre sí y murmuran y graznan palabras que a nadie importan, porque la semántica y la sintaxis han perdido peso frente al volumen y el chascarrillo fácil. Es mejor descalificar al adversario que tener algo inteligente que decir.
En una sala cercana, un juez condena a un pobre ladrón al que nadie escucha. No tiene el volumen activado.
Aquí, miles de personas exculpan y apoyan a quienes roban y mercadean con nuestras paupérrimas y míseras ilusiones de presente (es que ya no queda tiempo para el futuro, eso es para estos y los que llenan sus bolsillos a golpe de legislación indigente, los ricos, vamos).
No importa si yo robo o mato, señor juez, no, usted no es imparcial, no entiende la ley, la LEY. Lo que interesa y se juzga, señor juez, es que éste que está aquí conmigo, a mi lado, también lo hace. Eso me exculpa, señor juez, comprenda que cualquier otra interpretación de la ley es incongruente e inconsecuente. Es lógica pura.
Hoy no importa. No existe. Ha pasado de moda. Más corrupción cabe, más honestidad es imposible; pero el hueco debe ser rellenado como pavo de Navidad, no importa si es huevo o leche lo que metamos dentro siempre y cuando las gallinas y las vacas sean maltratadas para poder hacerlo: los animales maltratados y explotados saben mejor, saben a victoria y a sumisión, a dinero fresco.
Quiero volver a la granja. A la era de la incomunicación franca y sincera. A mancharme las manos (mal que me disguste) con lo que como y hago. A mirar las estrellas del cielo y saber que no soy una más. Quiero ser cobarde para ser libre, pero me faltan valor y sabiduría para hacerlo.

El principio: Tasmetu, diosa mesopotámica Creadora de la Escritura.

El principio: Tasmetu, diosa mesopotámica Creadora de la Escritura.
Pretencioso.


Síntomas adversos que se superponen uno a uno. La última voz que se escucha en el silencio. Paradojas. Versos. Complejos humanos que se esconden detrás de las piedras filosófales de los ínclitos abstemios de la alegría. Y una vuelta más al astro que nos da la vida y nos la exprime.
Si desdibujo mi imagen pero no la borro, sigo siendo quien soy, sigue mi esencia, mi YO, Superego y Alterego, conviviendo entre neuronas. Si perfilo mis emociones y doy contraste a mis pensamientos, la lógica me demanda una implicación más austera de mi persona como individuo que coexiste con su tiempo. Y entre tanto, las horas que me llegan pasan. Una a una. Dos a dos. Una a dos. Tres.
Se forma escarcha en el karma y se reblandecen las células grises mirando la pantalla: comunicación y des-comunicación, aislamiento y agorafobia, recursos inválidos en el filtro de la soledad que nos suprime del mapa. Google Earth. Google Maps. Vodafone&Go. Noki Maps. Tom Tom. La senda del bien que lleva a Coyote por la colina del mal y atrapa y corrompe y mutila y fustiga y arrasa y perpetra y desgaja y acecha y... ¿Y?
No. No me quejo. Sólo divago porque es lo que tengo. En la cárcel decía un preso: no podréis encerrar mi mente. La cárcel, cada vez más grande y pequeña, más obvia y hermética, cada vez más lúgubre y hermosa. Mi cárcel. Esta cárcel de todos y de nadie. Yo no soy libre. Lo proclamo y lo ahuyento: sobrellevo con paciencia lo que los dioses me otorgan.

Studium discendi.

Tengo derecho a escribir así porque me sale. Si algunos escriben y describen realidades sonoras y evidentes de forma “pasiva-refleja”, por qué no voy yo a escribir/describir mis realidades a mi modo. Y si mi modo es éste, es mío, y no lo cambio, por qué voy a cuestionarlo. ¿Que no se entiende? Seguro que alguno lo pilla.

A fin de cuentas, ¿quién soy yo para cuestionarme?

Inauguración

Bueno, me rindo, he caído. Como ya soy perdedora oficial en la carrera de mi vida, me da igual admitirlo, así, a puertas abiertas, o más bien a letra desnuda. Así que aquí estoy sentada delante del PC (ahora todo se expresa con siglas, especialmente, si las siglas tienen un significado en inglés que conozcan pocos. A estos pocos, de ahora en adelante los llamaremos "pseudointelectuales" o también "pseudointelectuales de mierda", dependiendo del subgrupo al que pertenezcan. No obstante, en futuras crónicas trataremos a esta especie y sus subgrupos, categorías, hábitos, habitat, lenguaje, etc. Creo que ya me he perdido en el parénteisis... ya salgo) ¿Por dónde iba? ¡Ah sí! Decía que finalmente he sucumbido al abismo sin sentido del blog: ese algo que nos impulsa a escribir lo que queremos transmitir con la inusual esperanza de que esto inefable que llevamos dentro sea leído con mayor o menor interés por algunos; podría aquí ya ponerme pedante y hablar de Lacan o de Faucault, pero todavía no voy a soltar la artillería ¿no? Ya me pondré pedante otro día. Lo muy cierto es que encabezando este pseudointelectualismo bloggero de pro, estoy aquí, con sus pertinenetes paradojas y absentismos, pero aquí.
Bueno, pues esta es mi presentación ¿que no he dicho nada de mí? Pero si ya está todo dicho...